Contenidos
- 1 Los trauma de la pandemia comienzan a salir a la luz
- 2 El impacto del covid-19 en la salud mental
- 3 Las alteraciones psicológicas más recurrentes
- 4 El síndrome de la cabaña
- 5 Recomendaciones para superar las consecuencias psicológicas del confinamiento
- 6 Los beneficios de una rutina saludable para recuperar el bienestar
- 7 Conclusión
Los trauma de la pandemia comienzan a salir a la luz
Después de dos meses inauditos donde toda la sociedad nos vimos sacudidos por una alarma sanitaria inesperada, algo cambió en nosotros. La vivencia experimentada durante la emergencia sanitaria causada por la pandemia del Covid-19 marca un antes y un después vital. La mezcla de aislamiento, miedo, incertidumbre y crisis económica detonó una bomba de estrés inusitada en gran parte de la población.
En efecto, como trabajadores de una residencia de ancianos, en Barrika Barri vivimos muy de cerca esta experiencia.
Como personal laboral sociosanitario, nos vimos obligados a implementar medidas preventivas con carácter urgente. Pero también tuvimos que hacer un gran esfuerzo por mantener cierta normalidad, para evitar que nuestros ancianos sufriesen. Y todo ello, sin dejar de lado a las familias que necesitaban saber que sus mayores estaban bien. Sin duda, fue una vivencia de gran impacto emocional y cargado de estrés laboral para todos nosotros.
Afortunadamente, contamos en nuestro equipo con grandes profesionales de la psicología que supieron asesorarnos para sobrellevar esta labor con éxito y certezas . Ahora que ya estamos asistiendo a la llamada desescalada del confinamiento comenzamos a vislumbrar la magnitud de lo vivido. Y a respirar con cierto alivio por haber sabido gestionar la crisis del coronavirus Covid-19 con la debida precaución y agilidad.Sin embargo, sabemos que gran parte de lo peor de esta pesadilla sucederá en los próximos días. Primero, porque aún estamos inmersos en pleno proceso de riesgo de contagio y de adaptación a los cambios sociales propiciados por el Covid-19. Y segundo, porque somos conscientes de que el confinamiento, los cambios drásticos de rutina y el temor vivido traerá consecuencias psicológicas negativas.
Por ello, desde la residencia Barrika Barri queremos mencionar los posibles daños mentales que dejó este distanciamiento social agresivo. Pues, cuanto antes se atiendan, antes nos recuperaremos como sociedad.
El impacto del covid-19 en la salud mental
Desde el principio del aislamiento social se ha advertido de los enormes estragos que la pandemia ocasionaría para la salud mental. Expertos en psicología y psiquiatría, así como figuras referentes de la OMS, avisaban a los gobiernos de este daño colateral.
Así, la soledad, el distanciamiento social, la incertidumbre y la difusión mediática del estado de alarma pusieron en jaque nuestro equilibrio y salud mental. En este sentido, puede afirmarse que la pandemia alcanzó a todos. Pues, quien no contrajo la infección fisiológica, padeció las consecuencias psicológicas de la crisis de Covid-19.
Así las cosas, de una manera u otra, el coronavirus ha afectado a nuestra salud en algún grado. Sea a nivel físico, psicológico o social. En esta ocasión, nos interesa resaltar los estragos generados en la salud mental de la ciudadanía.
Las pandemias, como cualquier catástrofe social, exponen a la sociedad a un trauma de consecuencias nefastas. Ciertamente, cada persona las experimenta de una forma distinta, en función de su propia individualidad. No obstante, el estrés acumulado por los cambios repentinos, la ruptura de lo cotidiano y el miedo a lo desconocido resulta compartido. Sin soslayar la pérdida del contacto social presencial y los episodios de pérdidas de seres queridos.
Aún es pronto para calcular su impacto, pero sí sabemos que a determinados colectivos los ha golpeado con dureza. Tal es el caso de los mayores, los niños y las personas que padecen enfermedades neurológicas o mentales. Sin embargo, es ahora durante el post-confinamiento y la desescalada cuando saldrán a la luz todos los daños psicológicos. Seguramente en forma de depresiones, fobias, agotamiento, ansiedad, apatía e insomnio.
Las alteraciones psicológicas más recurrentes
Y es que, mientras estamos inmersos en plena situación de estrés, la tensión por resistir ocultaba las heridas. En cambio, ahora que ya nos sentimos más a salvo es cuando se desatan las emociones postraumáticas. A partir de ahora, nos enfrentamos a las secuelas internas de todo este amargo proceso.
Está comprobado que los aislamientos y la falta de libertad generan estados depresivos y angustia. Algo que conocemos muy bien quienes tratamos con personas mayores. La soledad indeseada y la falta de salud física son los perores enemigos de la salud mental. A fin de cuentas, los seres humanos somos seres sociales y necesitamos del contacto físico y la cercanía social para obtener bienestar.
Por otro lado, la incertidumbre y los cambios no calculados desequilibran nuestras emociones. Necesitamos estructuras en nuestra vida, una rutina conocida. Su carencia nos torna vulnerables. Dichos miedos y agobios repercuten en nuestra estabilidad psicológica e incluso pueden ser somatizados a un nivel físico.
Asimismo, las exigencias de nuevas medidas preventivas de higiene y salud pública, han disparado los miedos irracionales al contagio. Así, una preocupación excesiva puede degenerar en una tendencia a la hipocondría y, por tanto, ocasionar mayores niveles de ansiedad.
Todas estas cuestiones se han intensificado durante la crisis del Covid-19, provocando muchas alteraciones y trastornos psicológicos. De ahí que se espera que durante los próximos meses haya que prestar atención a la salud mental de muchos ciudadanos.
El síndrome de la cabaña
En la actualidad, uno de los trastornos que comienzan a sobresalir es el miedo intenso a cambiar de entorno —o a la vuelta al exterior. Se trata del llamado síndrome de la cabaña. Sus síntomas, en cierta medida, son similares a los que reviste la agorafobia: ansiedad hacia los espacios abiertos y aglomerados.
Los síntomas de este síndrome redundan en sensación de nerviosismo ante todo lo que implique salir al exterior. También sensación de desasosiego, frustración, angustia y temor a retomar las relaciones sociales y a contraer el contagio.
El síndrome de la cabaña es un claro ejemplo del daño psicológico derivado de la situación de alarma sanitaria vivida. Ya que muchas personas encuentran dificultades psicológicas para retomar las tareas cotidianas previa a la llegada de la pandemia.
Otro motivo por el cual se sufre este síndrome puede ser la ansiedad que produce los cambios efectuados en los espacios sociales. A saber, nuevas medidas de protección e higiene, tener que evitar lugares concurridos, el mantener la distancia social, etc.
Recomendaciones para superar las consecuencias psicológicas del confinamiento
Desde el equipo de la residencia de ancianos Barrika Barri queremos trasladar a la sociedad algunas estrategias para afrontar este post-confinamiento. Se tratan de consejos muy básicos; pero que pueden resultar de gran ayuda para recuperar nuestro bienestar tras la cuarentena obligada. Ponerlos en práctica de forma consciente nos permitirá gestionar mejor el estrés experimentado en los últimos meses.
Las recomendaciones que os compartimos para superar lo antes posible las secuelas postraumáticas causadas por el confinamiento son:
- En aquellos casos más leves y pasajeros, se recomienda retomar las rutinas cotidianas de forma gradual y responsable. Así, se puede comenzar por compaginar el contacto social incipiente con el uso de herramientas como las redes sociales virtuales.
- Sea como sea, es primordial no aislarse de las relaciones sociales, pues su falta activa la sensación de desprotección. Por tanto, su ausencia incrementa el temor, la angustia y la tendencia a la depresión. Todos precisamos sentir el calor humano y relacionarnos con el entorno, antes o después.
- No obstante, muchas actividades que impliquen contacto social deben desarrollarse con las debidas medidas de prevención e higiene. Pues, recordemos que aún estamos bajo el riesgo de contagio. Pero, con tomar dichas precauciones —como el uso de mascarilla, guantes y lavado de manos o uso de gel desinfectante,…— será suficiente. Así que no hay necesidad de obsesionarse ni de amedrentarse por el miedo a caer infectados.
- Con todo, padecer algunas de estas alteraciones psicológicas hasta cierto punto es normal, mientras no se extienden en el tiempo. No obstante, en caso de que los trastornos persistan o resulten incapacitantes, es necesario pedir ayuda psicológica. Así, se evita que la situación se agudice y se torne crónica.
Los beneficios de una rutina saludable para recuperar el bienestar
Otra recomendación para recuperarnos de las consecuencias psicológicas de la crisis del Covid-19 radica en seguir una rutina saludable. Entendiendo por rutina saludable hábitos diarios que favorecen a nuestra salud integral. Es decir, aquellos que nos ayudan a restaurar nuestro equilibrio fisiológico, psicológico y emocional.
Por ejemplo, una alimentación saludable repercute en nuestro cerebro y es un importante factor generador de bienestar. Por tanto, seguir a una dieta equilibrada y consumir productos frescos, de temporada y locales resulta muy recomendable. Y si dicha alimentación es rica en vitamina D, mucho mejor. Ya que con el confinamiento nos hemos visto privados de luz solar y, por ende, una disminución de esta vitamina.
Un modo sencillo de obtener la dosis necesaria de vitamina D es dar paseos al aire libre y en espacios naturales en días soleados. Una actividad tan corriente como ésta, no sólo mejorará nuestra sensación de bienestar. También nos permite realizar un ejercicio físico moderado, gracias al cual se recupera la flexibilidad corporal y la vitalidad. Sin soslayar que la exposición al sol nos ayuda a recuperar el ritmo cardíaco y a dormir mejor.
Otra recomendación saludable, sin duda, estriba en la necesidad de descansar lo máximo posible. Pues el aumento de ciertas alteraciones psicológicas dependen de la falta de un sueño reparador. En este sentido, durante el estado de alarma muchos han experimentado insomnio, pesadillas, síndrome de piernas inquietas, parálisis del sueño,… En suma, un déficit del descanso nocturno. Dichos malestares son consecuencias del estrés acumulado y la falta de actividad.
Ante esta situación, muchas personas comienzan a tomar psicofármacos. Sin embargo, antes de llegar a esa opción, conviene restaurar los ciclos de sueño recurriendo a hábitos cotidianos naturales. Entre ellos, los mencionados previamente: ejercicio físico diurno, tomar el sol al menos 15 minutos y mantener una vida activa.
Conclusión
Como vimos, sobrevivir a una pandemia no significa salir indemnes de ella. Pues, desde tiempos remotos sabemos que el ser humano muestra una gran resistencia a los cambios y a los confinamientos. Dicha resistencia deviene en malestares psicológicos de diversas envergaduras. Si bien, las alteraciones más comunes son los cuadros depresivos, las obsesiones y la ansiedad.
La crisis del Covid-19 nos ha obligado a experimentar vivencias desconocidas y a redefinir nuestro estilo de vida personal y social. Por eso, a partir de ahora, debemos mantener una actitud muy abierta a los cambios. Ser flexibles es una de mayores estrategias para sobrellevar todo la situación que envuelve la crisis del coronavirus. Y es que debemos asumir que nunca volveremos a la normalidad tal como la conocíamos.
Desde ahora se augura un tipo de vida más abocado a vivir en lentitud y con mayor consciencia. Asumiendo nuestras responsabilidades sociales, dando valor a los afectos y la salud, y desechando el culto a la vida ajetreada . Así, una de las lecciones de esta pandemia es dejar atrás a la sociedad de la hiperactividad y el culto al control.
En efecto, el control es sólo una ilusión que nos da sensación de estructura. Pero también puede ser fuerte enemigo, pues nos restringe y nos impide readaptarnos a nuevas experiencias. Nos hace sufrir y reaccionar de modo negativo ante ellas.
Sin embargo, saber que muchas cosas que sucedan en la vida no dependen de nosotros, nos ayuda a comulgar con la capacidad de resiliencia. La cual no sólo implica superar los desafíos, sino despertar en nosotros un nuevo talento dentro de ellos.
Ojalá está sea la actitud con la que tomemos la nueva normalidad que se está instalando en nuestra sociedad. Nadie está solo atravesando esta transición tan tempestuosa. De hecho, en Barrika Barri confiamos en que con la ayuda y el talante luchador de toda nuestra comunidad saldremos fortalecidos.
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